martes, septiembre 19, 2006

La madre superada Vs. La madre hipopótamo


Esta es la escena: estamos en la piscinita de bebés. Yo con un panzón de 8 meses de embarazo, pero luciendo una tanguita, echándomelas de la embarazada superada que muestra su barriga sin complejos. Mimina eléctrica, corrre para acá, corre para allá. Todo chévere, mientras ella permanece dentro de la piscinita que tiene la suficiente profundidad como para ocultar mis curvaturas, siempre y cuando yo permanezca sentada. ¿Pero hasta cuando podía durar esta situación ideal? Obviamente, la niña es llamada por el mundo ancho y ajeno y se dispone a recorrerlo. Saca sus paticas de la piscinita y corre hasta la piscina grande. La madre grita, pero es como si le gritara a las piedras. Entonces y en vista de que la niña está cada vez más cerca de la piscina grande, a la madre no le queda otra que mover su pesada humanidad, salir del agua donde permanecía quieta y en remojo como un hipopótamo y comenzar a correr para detener a la niña que ya está cerquita del abismo. Mientras corre con el biquincito, se da cuenta que tanto la panza como las nalgas se le mueven exageradamente y por un instante se detiene a pensar que qué será más conveniente agarrarse, ¿la barriga o el culo?? ¿qué se verá más feo en ese temblor apocalíptico? Ese es el instante en que la niña toma ventaja y ya está a punto de lanzarse. Y es en ese minuto que el salvavidas grita: “Niña, detente” con un parlante que tiene resonancia de sirena antiaérea. Todos los presentes miran a la niña detenida al borde del precipicio y luego miran a la madre: ese hipopótamo en estampida que viene agarrándose panza y culo alternativamente.

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