martes, junio 19, 2007

Siete consejos para escribir cuentos de quien sólo ha escrito siete cuentos


¡!Y ha ganado un concurso!!!

Aquí debería escribir el tercer consejo, pero la verdad es que no puedo concentrarme. Desde que recibí aquella llamada en medio de la noche hace casi una semana, no puedo dejar de pensar en otra cosa: mi libro, mis siete cuentos, esos que terminé de escribir el verano pasado en medio de los vaporones de los últimos meses de embarazo, aunados a los vaporones de los vientos empolvados y enmoscados que vienen de Sudan en los agostos de por estos lados (en ese verano prolongado que llega hasta septiembre) Mis siete cuentos sudados con un sudor real y psicológico, decía, mis cuenticos ganaron un concurso!!! Y desde entonces en un acto de vanidad y pantallería sin precedentes no hago más que besarlos y releerlos e imaginarme cómo va a ser el libro y qué voy a decir en las entrevistas y quién me va a tomar una buena foto en la que me vea como esas escritoras españolas que mas que escritoras parecen unas femfatales o unas ninfas. Y voy por este mundo donde nadie se imagina que yo pueda ganar un premio de nada, donde nadie sabe nada de ese otro lado del mundo de donde yo soy y en donde mis cuentos ganaron un premio... voy por este mundo, decía, como una loca cuyos pies no tocan tierra, cuyos ojos permanecen volteados (mirándose en un universo paralelo, recogiendo un premio, arropada por el aplauso infinito) Desdoblada, esquizofrénica, moviendo los labios en una conversación que nadie entiende, con una alegría que pocos comparten aquí en este mundo pero que en aquel otro mundo es alegría de muchos (bueno, no exageremos, es alegría de varios) Mis cuentos, mis siete cuenticos ganaron un premio que yo no pude ir a recibir personalmente por estar en este desierto lejano, pero ya mi madre se encargó de recoger y hablar con periodistas (y quien sabe que habrá dicho) Mi hermana aprovechó para hacerse pasar por mí en los alrededores del lugar de premiación, donde no sabían que yo no había ido (y quién sabe qué habrá hecho) Y otro tanto habrá hecho mi padre, mientras yo en este mundo paralelo vivo como en un sueño, con cara de loca, y ya no quiero trabajar, ni limpiar la casa, ni cuidar a mis bebés, ni comer, ni bañarme, sólo besar infinitamente mis siete cuenticos y releerlos hasta que sea la memoria quien los lea y no los ojos. Enloquecida...
Ya se me pasará, espero, y entonces seguiré con los consejos...