domingo, diciembre 31, 2006

reloj de arena

Debo escribir antes de que acabe diciembre, antes de que termine este año. Inevitablemente escribir sobre lo que fue este año o lo que quisiera que fuera el otro. Escribir siempre con premura, con el reloj de arena besándome la nuca, aprovechar el minuto en el que el bebé duerme y la niña corre con espada alzada tras sus hermanos mayores. Ahora sé lo que es escribir con premura, tratar de estirar el chicle del tiempo, besar el reloj de arena. Antes, cuando el tiempo era una amalgama informe e infinita junto a mis dedos, solía hacer muy pocas cosas. Pero no era de eso de lo que quiero escribir, sino de este año. En enero tuve una idea que convertí en cuento, creo que el mejor cuento que he escrito, pero no lo escribí sino hasta agosto. Fue en verano, con un panzón de 6 meses más o menos que me di cuenta que para escribir hay que escribir y me senté a sudar la gota gorda frente a mi computadora. Escribir con la premura de tener una fecha de parto: parto del hijo y de un libro. El libro quien sabe si saldrá de mi escritorio. El hijo es hermosísimo, de eso no hay dudas. Alguna vez leí a una escritora española que decía que el parto de su hija había sido más complicado que el parto de su libro. En mi caso ha sido igual de difícil, tal vez porque no tengo tanto oficio para escribir o para parir. Lo cierto es que este año fue año de partos, de 100 páginas sudadas, de un hijo chiquito y lindo. Feliz año 2006, sin dudas. Para el 2007 tengo una larguísima lista de deseos, peticiones, anhelos: comenzando por bajar los 5 kilos de antojos que me eché encima en la preñez hasta escribir una novela.... demasiado.... bueno, que si es por pedir! En realidad sólo espero ser del tamaño de todo lo que deseo. Salud y amor para todos. Paz.