martes, julio 03, 2007

Siete consejos para escribir cuentos de quien sólo ha escrito siete cuentos III


Retomando el hilo y sacándome las bambalinas del pelo, este es el tercero de los siete consejos para escribir cuentos que me tienen ocupada en estos días (que ya son meses):

3.- Sé neutro, sé un médium.

La lógica les dice que luego del “aplasta tu culo en una silla” y el “enciérrate” debería venir el “autoflagélate”, pero no es así. Escribir bajo el influjo de la tristeza y del dolor sólo sirve para poetas, creo. Y ni siquiera para ellos, que me perdonen mis amigos poetas, que saben sacarle partido a sufrimientos pasados y ajenos y cuando crean metáforas ya están en la otra orilla del dolor, del lado de allá, mirando de lejos lo que pasó. Nadie escribe bajo el influjo de la emoción, esto ya lo decía Quiroga, así que mejor esperar que la emoción pase, sea dolor o sea placer, que pase, nadie hace nada bueno mientras siente, además de sentir. Y escribir es sentir de otra manera, convertir la realidad en sentido y para eso debemos abandonarnos a los significados que la propia realidad nos entrega .... es que me creí la gran cosa luego del premio y ahora quiero hacer una verdadera ars poética usando palabras que ni yo misma entiendo... jajaja! .... Se neutro, decía, porque es la única manera en que podrás sentir lo que sienten tus personajes. Así dejarás que la historia fluya y sea ella quien decida por donde seguir. Convertirte en un médium atravesado por las voces de los otros (y la tuya misma de vez en cuando, claro, que todo médium es un poco embustero e impostor) Mi querido Javier Cercas decía que si sabes de antemano exactamente todo lo que vas a escribir antes de sentarte a escribir, estás jodido. No lo decía así, pero más o menos. Escribir es terminar diciendo algo que ni tú mismo sabías que ibas a decir. Esas voces, pues, que te poseen cuando encerrado y sentado frente al monitor luchas con la madeja de las palabras. Entonces: a sentarse, a encerrarse, a hacerse el sueco poniendo en cero los sentimientos propios, o lo que es lo mismo: contar lo ajeno como propio y lo propio como ajeno. A dejarse poseer por las historias: las que planeamos contar y las que nacen en el momento de la escritura. Como bien lo ha dicho Rodrigo Fresán en Jardines de Kensington: “Ser escritor es ser alguien que no eligió sino que fue elegido por esa vocación sin retorno del loco socialmente aceptado. Alguien que pasa cinco, nueve, doce horas al día encerrado en una habitación oyendo voces que sólo él puede entender ...”

No hay comentarios.: