miércoles, diciembre 10, 2008

Desvío 2


Lo que diferencia a un cuento de una novela son sus desvíos.

O un desvío es un cuento dentro de una novela. Un cuento que funciona solo, como esos que están al final de "La tarea del testigo" de Rubi Guerra, pero que en el entramado que los contiene adquieren mayores resonancias. O las historias contadas por la madre del narrador en "Historia de amor y oscuridad" de Amos Oz. O ese cuento, para seguir con Oz, del gorila en "No digas noche". Un hombre quiere hacer una clínica de desintoxicación en honor a su hijo muerto de una sobredosis, habla con una de sus profesoras y en medio de la conversación – que gira esencialmente alrededor del tema que les atañe- echa el cuento de un bebé gorila que encontraron mientras vivían en algún lugar de África. El pequeño gorila es criado como un hijo y como tal se comporta hasta que llega a la pubertad (que en los gorilas llega más rápido que en los seres humanos) Entonces se enamora de la madre y entra en conflicto con el hijo de la pareja y con el padre. Celos, asedio sexual, depresiones. El cuento es espectacular, dura unas cuantas hojas y termina en la frase: "Pero no sé por qué le cuento todo esto" dicha por el padre avergonzado. El cuento no es una reproducción en pequeño de lo que pasa en la novela, como suele suceder, que Oz no es así de predecible, aunque si uno se pone a buscar las 5 patas al gato, algo encuentra. Es un cuento en apariencia gratuito. Me encanta esa gratuidad aparente, un cuento que nos atrapa pero que no tiene nada que ver con lo que estamos leyendo a primera vista. Es como si el narrador también se preguntara: ¿por qué cuento todo esto? Como si estuviese poseído por un ansia de contar que le hace salirse del cause y regodearse en las ramificaciones. Un desvío es una muestra de cómo la historia se apodera del que la escribe y lo hace irse por ramificaciones inesperadas. Me gustan los desvíos que en apariencia son gratuitos, son una muestra de la locura e imperfección de las novelas.

Pero, ojo: un desvío no es un turning point. No son esos desvíos de las autopistas rizomáticas y grises de por estos lados, esas de asfalto nuevecito y miles de carriles. Yo con más de dos carriles no puedo, mucho menos con anuncios que brillan de tan nuevos, por eso evito meter mi carrito en esas arañas, pero es tan inútil como evitar el oxígeno, así que un día me encontré a mi misma sufriendo en el pavimento de una araña urbana. "Arañas" las llamo porque en este idioma antiquísimo autopista y araña suenan casi igual y porque me las imagino como las arañas metálicas e industriosas de The Matrix o porque me viene a la cabeza el distribuidor "La araña", allá en la lejana Caracas. Lo cierto es que tenía que correr más de lo que mi pobre carro puede, más incluso de lo que está marcado en el velocímetro, que aunque hay velocidad regulada, mi carrito no llega a los 120 sin desintegrarse. Estaba mareada por tantos carriles, tantos carros. Así fue como erré mi desvío y sólo me quedó la posibilidad siguiente. Entonces entré en una zona de miles de edificios idénticos, calles en círculo, pocos transeúntes. Un laberinto del que salí cuando ya no tenía sentido alcanzar mi destino. Me regresé sin nunca haber llegado.

En un desvío hay retornos.

3 comentarios:

Rubi Guerra dijo...

La madre de todas las desviaciones (literarias) es Don Quijote. De hecho, incorpora novelas completas y no solo cuentos en su torrente narrativo. Y Tristam Shandy, de Sterne, discípulo confeso de Cervantes, hace de la desviación el centro de la novela. Creo que todas estas desviaciones tienen que ver con el placer de contar. El novelista no se siente satisfecho siguiendo un solo cauce; le hace falta la variedad, el cambio de paisaje (que puede ser espacxial o temporal, o las dos cosas).
Otra novela de múltiples pistas y que conoces bien: La ciudad ausente.
Me gusta mucho la historia del Desvío 1.

Rubi

LL dijo...

Me alegra que te guste el desvío 1! Quise hacer algo similar en el desvío 2, pero no me salió. Tengo un desvío 3 con película y todo, pero no sé cuando lo podré escribir!

Ah, sí, no me acordaba del Quijote ni de Piglia.

Un abrazo!!!

Rubi Guerra dijo...

También me gustó el Desvío 2, sólo que es más teórico.