domingo, noviembre 16, 2008

Magnificat de Oz


Una mañana de felicidad naranja: me levanto
a las cuatro y media y a las cinco después del café
me siento a la mesa y casi al instante salen
dos líneas perfectas, salen del bolígrafo hacia la hoja
como un gatito elástico que surge tambaleándose de
la espesura, salen y ahora existen como si no se hubiesen
escrito, como si hubieran sido siempre, no mías sino
de sí mismas. La luz de las montañas del este
alarga los brazos sin vergüenza alguna, toca
lugares ocultos y provoca jadeos en todo,
pájaros, copas de árboles, avispas
estamos tan contentos que dejamos el escritorio
y antes de las seis salimos a trabajar al jardín, el narrador
ficticio, los protagonistas de esta confesión
el autor implícito, el escritor madrugador y yo
.


Amos Oz: "El mismo mar"

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