jueves, marzo 13, 2008

La novela como foto de feria


Dice Amoz Oz –desde ahora mi maestro- que la novela es como una foto sin cara, de esas que usan los fotógrafos de feria y donde la gente mete su rostro para fotografiarse. En una novela el lector debe verse. Una buena obra literaria es una invitación a sacar la cabeza por el agujero del marco de cartón donde está pintado algún héroe o gigante y mirar a la cámara. Y esto dicho por mí suena a bestseller o a telenovela, pero en palabras de Oz es mucho más profundo y complicado: “El espacio que el buen lector prefiere labrar durante la lectura no es el terreno que está entre lo escrito y el escritor, sino el que está entre lo escrito y él mismo”. Cuando un escritor narra un problema mínimo, íntimo, doméstico, incluso con signos autobiográficos, lo sitúa en otro plano, le da universalidad. Lo que vemos en una novela no es la realidad de quien la escribe sino nuestra realidad, algo que nos hace preguntarnos acerca de nuestras propias circunstancias.

La obra verdaderamente literaria hace que sea la cabeza del lector la que sale por el agujero y no la cabeza del autor. Pero también el verdadero lector sabe verse a sí mismo en esa foto de feria.

Aquí están mezclados dos conceptos: novela y lector. Pero no cualquier lector, sino el lector competente. Y tampoco cualquier novela, sino la novela verdadera, metastásica, proteica.

Mucho se ha dicho de la necesidad de contar, que la novela tiene que contar una historia, etcétera. Todo esto es verdad, pero (es que siempre hay un pero) hay novelas que cuentan historias, pero que no mueven hormonas. Historias muy buenas, eso sí, ordenadas, prolijas. Una foto sin agujero.

(Todo esto lo escribo en mi única mañana libre, tiempo en el que debería estar escribiendo mi novela proteica, degenerada, foto de feria. Pero ya ven: es más fácil ponerse a opinar sobre cómo deben ser las cosas en lugar de hacerlas, cual poeta de restaurante chino)

(En la foto: algunos de mis hijos transformados en bailarines de tango gracias al cartón agujereado de un fotógrafo callejero de La Boca. Buenos Aires, 2006)

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