jueves, julio 30, 2009

Mujeres que escriben como hombres, hombres que escriben como mujeres



Hace tiempo y para que las feministas se retorcieran de rabia, yo solía decir que me gustaban las escritoras que escribían como hombres. Tenía una lista encabezada por Patricia Highsmith, que solía esgrimir apenas alguna feminista me nombraba a alguna escritora muy mujeril.

Con el tiempo descubrí que lo que no me gusta es una literatura que aborda lo femenino desde los lugares comunes y que es estudiada teniendo en cuenta más el sexo de quien la escribe que el propio valor literario del texto.

Yo creo que el texto presenta un género sexual o una asexualidad – por qué no - que muchas veces no se corresponde con el género del escritor.

De hecho, las mejores novelas femeninas que he leído han sido escritas por hombres.

Madame Bovary, sería el ejemplo clásico.

Pero también "Mi querido Mijael" de Amos Oz y "La memoria de la piel" de David Grossman, por traer a colación mis últimas lecturas y dos de mis autores israelíes favoritos.

El libro "La memoria de la piel", de Grossman, está formado por dos novelas cortas que narran "emociones privadas". La primera, "Delirio" narra la historia de un hombre que sólo puede amar a su esposa a través de los celos. La segunda, que es la que me interesa comentar y que lleva el mismo nombre que da título al libro, relata la relación conflictiva entre una escritora y su madre. Nunca había leído una novela más profunda y dolorosa sobre la complicada relación madre-hija hasta que llegué a estas líneas. Nunca había leído algo tan extremadamente femenino, tan denso, tan rigurosamente poético. La hija escritora está escribiendo una novela basada en un capítulo complicado de la vida de la madre: su extraña aventura amorosa con un adolescente. La escritora no conoce detalles, pero con retazos tomados de sus propios recuerdos o que se han escapado en las conversaciones telefónicas con su madre -además de su propia ficción- trata de tejer esta historia que de alguna manera ha sido una de las causas de que la relación filial se quiebre irremediablemente. La novela se desarrolla en el lecho de muerte de la madre y en las páginas escritas por la escritora. Mientras la madre agoniza, la hija le lee lo escrito. La madre nunca cuenta nada, sólo asiente. La hija se debate entre preguntar detalles o seguir adelante en una narración basada en la suposición de cómo pudo haber sido todo. Al ponerse en la piel de la madre -en su memoria- , viene el perdón. No en balde ha dicho Grossman que "la mejor manera de conocer a los demás es escribir sobre ellos"

Por su parte "Mi querido Mijael", de Oz, está narrada en la primera persona del singular por una mujer de extrema sensibilidad, una imaginativa ex-estudiante de literatura casada con Mijael, un geólogo con los pies bien puestos en la tierra. Los formalismos sociales, un matrimonio hueco, un hijo visto como algo ajeno, se convierten para esta ama de casa en algo insoportable, al punto de conducirla a una disociación de la realidad. Esta mujer se refugia en un caleidoscópico mundo interior, en la depresión y la locura. Una novela íntima, que se debate en detalles cotidianos, en las sensaciones y la espiritualidad de la protagonista., mientras por un resquicio de la ventana vemos a una borrosa Jerusalén que se prepara para una guerra. Sin embargo, la que interesa es la guerra interna de esta mujer. Considerada por la crítica como una Madame Bovary contemporánea, "Mi querido Mijael" es sin duda una poética incursión en la intimidad de una mujer subyugada por la realidad y el desamor. Un personaje femenino profundo, auténtico, alejado por igual de los lugar comunes o los puntos de vista casi infantiles que abundan en algunos personajes femeninos escritor por mujeres.

He aquí, en mi opinión, dos joyas de la literatura femenina contemporánea. Dos hombres que escriben como mujeres.
La imagen es de Olaf Hajek

2 comentarios:

Frank Castle dijo...

A veces me parece increíble que existan feministas que piensan que su ideología se basa en un venganza contra los hombres en vez de luchar por la igualdad. Y es que obviamente para escribir y desarrollar personajes tienes que meterte en la piel, la psicología y el género si quieres lograr una representación realista. So no creo que debería existir nada de malo si una mujer escribe como hombre o viceversa, todo escritor DEBE ser capaz de ser polifacético...

LL dijo...

Si!:-)