domingo, abril 01, 2007

Escalonado

Maor me enseñó a decir “escalonado” en esta lengua antiquísima. Me sorprendió que “escalonado” tuviese en su raíz a la palabra “escalón” y pensé: “pero qué tonta, cómo no se me había ocurrido”. Pero es que a veces cuando estamos sumidos en otra lengua no nos damos cuenta de dónde vienen las palabras, miramos al lenguaje extrañado, en ese sentido de “extrañamiento” del que habla la vieja teoría literaria, como si no fuese natural que de escalón viniese escalonado, cosa que también ocurre en mi lengua, dicho sea de paso. Así, aquella primera vez que puse mi cabeza en sus manos, Maor me enseñó palabra y estilo. Desde entonces y a falta de vocabulario capilar, llevo el pelo escalonado. Eternamente escalonado. ¿Para qué complicarse con un peluquero que no es sólo que no me entiende, sino que vive ocupado en una conversación eterna por el celular adosado a su oreja? Al principio no entendía de qué hablaba ni qué tanto se puede hablar por teléfono mientras se cortan cabellos y más cabellos. Con el paso de los meses y algunas mejoras en mi comprensión auditiva de la lengua extranjera, comencé a identificar números en la amalgama de su conversación telefónica: treinta, cuarenta, cincuenta. Y por supuesto, afirmaciones y negaciones: sí, sí, no, no. Con el paso de los años comprendí que mi peluquero hace apuestas ilegales mientras me corta el pelo eternamente escalonado. También recibe billetes enrolladitos de misteriosos personajes que aparecen y desaparecen como sombras inexplicadas, mientras él corta mis cabellos eternamente escalonados. ¿Cómo se puede llevar a cabo toda esta operación mientras las tijeras hacen su trabajo en una melena complicada por lo abundante de sus crespos? Una estrella, este Maor.
Pero un día, tras mirar mi imagen escalonada en las fotos del recuerdo, me propuse poner orden en mis pelos. Lo primero era averiguar cómo se dice “parejo” en este idioma. A falta de tiempo para preguntar o buscar en un diccionario, me decidí por el truco más efectivo cuando la falta de vocabulario nos azota: decir la palabra a través de su contrario: de este modo “parejo” se dice “no escalonado”. Triunfal, regodeándome en mi capacidad lingüística, entré en una peluquería cada vez más venida a menos. Si mi vocabulario capilar estaba estancado a lo largo de los años, la peluquería iba avanzando en decadencia y malandraje. Me parece que detrás de los lavamanos negros, esos donde damas cada vez más exóticas lavan el pelo, hay una garita. Creo que entre la cantidad exagerada de chicos que vienen a decolorarse el cabello y a hacerse mechas, hay señores que sólo se cortan las punticas, pero le entregan esos billetes enrolladitos y camuflados a mi peluquero. Billetes de alta monta, si mis ojos no me engañan.
Esta es una peluquería para hombres, no exactamente una barbería, pero si que la mayoría de los clientes son hombres o casi hombres, o semi hombres, o semi mujeres, o algo en el medio. Creo que soy la única mujer que pone su cabeza en manos de Maor y su eterna apuesta telefónica. Maor y sus eternas señas y muecas a los que vienen a darle esos billetes enrolladitos o que le susurran secretos por la oreja libre, esa que no tiene el celular adosado. Y así, con orejas ocupadas en conversaciones y envites, no me escuchó mi peluquero la brillantez lingüística con que pretendía yo solucionar el desorden de mis cabellos. “No escalonado” le sonó a “muy pero muy escalonado”. Y así quedé yo como una mota, casi un afro setentoso.
Salí despavorida de aquella garita, no me atreví a decirle a Maor que arreglara el entuerto que hizo en mi cabeza porque justo en ese momento un hombre de negro se le acercaba con un sobre. En mi escalonado entendimiento de la situación, preferí poner cara de agradada y salir corriendo.
Al llegar a casa le dí a mi marido las tijeras de la cocina para que me emparejara ese desastre, que después de todo, si voy a esa peluquería es porque él me la recomendó.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo que tú buscara otro peluquero. De hecho, en eso ando desde hace días, y es que al parecer mi peluquera tienen los ojos más puestos en la telenovela, que en los cabellos de sus clientas, pero el resultado casi es el mismo.