El primer blog literario lo escribió Borges hace unos 22 años, en compañía de la Kodama. Creo que a ella sólo le tocó la parte de tomar las fotos - aunque la verdad es que aparece en muchas-, además de la trascripción de las palabras del escritor, claro. Y aunque aquel blog primigenio no estaba en formato de bites, sigue todas las normas de sus retoños: entradas cortas y autoficcionales, con fotos alusivas. Lleva por nombre: Atlas y la edición que dispongo (no sé si la única) es de Lumen. Dice Borges que se trata de un libro sabiamente caótico -como todo blog que se precie- que no son fotos explicadas por letras, ni letras ilustradas por fotografías. Cada título abarca una unidad de palabras e imágenes y muestran los cotidianos descubrimientos de los viajes. Esas pequeñas cosas asombrosas e inconexas que quedan grabadas en nuestra memoria o asentadas en la bitácora del viajante: una esponjosa brioche parisina o el laberinto de Creta. Es interesante leer la bitácora de viaje de un sabio ciego, imaginarlo tocando aquel pan que unos borrosos ojos le escondían, abrazando una columna blanca, maciza y milenaria. O mirar su mano sobre antiquísimas letras como leyendo un braile hecho de siglos. Metáforas y libros que sustituyen imágenes, o que ayudan a definir sus nebulosos contornos.
lunes, octubre 09, 2006
El blog de Borges
El primer blog literario lo escribió Borges hace unos 22 años, en compañía de la Kodama. Creo que a ella sólo le tocó la parte de tomar las fotos - aunque la verdad es que aparece en muchas-, además de la trascripción de las palabras del escritor, claro. Y aunque aquel blog primigenio no estaba en formato de bites, sigue todas las normas de sus retoños: entradas cortas y autoficcionales, con fotos alusivas. Lleva por nombre: Atlas y la edición que dispongo (no sé si la única) es de Lumen. Dice Borges que se trata de un libro sabiamente caótico -como todo blog que se precie- que no son fotos explicadas por letras, ni letras ilustradas por fotografías. Cada título abarca una unidad de palabras e imágenes y muestran los cotidianos descubrimientos de los viajes. Esas pequeñas cosas asombrosas e inconexas que quedan grabadas en nuestra memoria o asentadas en la bitácora del viajante: una esponjosa brioche parisina o el laberinto de Creta. Es interesante leer la bitácora de viaje de un sabio ciego, imaginarlo tocando aquel pan que unos borrosos ojos le escondían, abrazando una columna blanca, maciza y milenaria. O mirar su mano sobre antiquísimas letras como leyendo un braile hecho de siglos. Metáforas y libros que sustituyen imágenes, o que ayudan a definir sus nebulosos contornos.
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2 comentarios:
de dónde vienen tus fantasmas?
quién aprende tu nombre?
vos sabes que es curioso, porque el aleph d eborges dmuchos dicen que fue la premonición de JLB sobre internet, ahora leo esto tuyo acá sobre los blogs y no me queda más que afirmar: no s epuede escribir tan bien allá a lo lejos y encima describir lo que está pasando hoy.
saludos
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